LA TISANERA
La vendedora de tisanas
ofrecía una bebida con pequeños trozos de cáscaras
de piña o de limón. La tisanera ocupaba la segunda escala
de los vendedores de refrescos.
La tisanera se ubicaba en plazas, plazoletas, mercados y lugares públicos, al lado de una enorme olla de barro metida en una canasta de caña entretejida.
Habían tisaneras ambulantes con la olla encanastada en la cabeza y otras jaladas por un borrico; y se anunciaban con su pregón:
LA CHAMPUCERA
La champucera se estacionaba en las puertas de las tiendas, solares y callejones, con todos los enseres propios de su oficio, como el bracero, la olla, las cucharas de palo y el farolito colgado con una vela de sebo encendida.
En las noches de invierno se expendía el champuz de agrio y un niño a pedido del dueño entonaba esta estrofa:
LA LECHERA
Cabalgando en un viejo caballo trotón y llevando a su derecha e izquierda los porongos de lata, la lechera recorría los caseríos en las primeras horas de la mañana, trayendo su producto a Lima desde las haciendas algo distantes, y gritando con voz atiplada :
EL AGUADOR
Antiguamente el pueblo de Lima dependía del aguador, para conseguir este líquido de primera necesidad. Los aguadores iban a pie o en burro. Los primeros cargaban una pipa pequeña al hombro y los segundos, dos pipas en los lomos del animal. El sonido de una campanilla anunciaba a las criadas que había agua disponible, quienes respondían: |
![]()
|
EL MERCACHIFLE
El mercachifle era un comerciante de menor cuantía, quien salía por las calles con sus atadillos al hombro y gritando:
Antes, los pregoneros nos daban hasta la hora. De ellos solamente tenemos recuerdos nostálgicos de su labor. Pertenecen a una Lima que se fue, llevándose sus voces bien timbradas, por calles arriba y calles abajo, y sin retorno.
De las "Tradiciones Peruanas", del ilustre escritor Ricardo Palma, tomamos lo que eran los pregones en Lima:
A Lima no sólo se le aprecia por su historia, sus calles, sus plazas y la calidez de su gente, sino también por sus platos típicos y bebidas exóticas que degustaban los limeños y foráneos, encantados con tan exquisitos manjares como los siguientes: el ajiaco -guiso criollo a base de ají-, el bizcocho "chancayano", los buñuelos, el champuz de agrio -especie de dulce parecido a una mazamorra-, la chicha de garbanzos -bebida espirituosa elaborada con garbanzos-, la chicha terranova, las humitas -pasta dulce hecha de harina de maíz aderezada con pasas-, la pachamanca -manera criolla de cocer los alimentos dentro de un pozo abierto en la tierra y tapado con piedras calientes- y los picantes -elaborados con carne, pescado, charque y papas. Pero los aficionados gustaban más del cebiche, vendido por las picanteras, que anunciaban sus viandas: